La fuerza que vibra en todos los seres parte de lo interior, porque en lo íntimo esta Dios.
Renueva el corazón después de cada caída, tal como limpias el polvo de la ropa cuando vuelves de la calle.
Retoma tus fuerzas a cada nuevo tropiezo, tal como recuperas el equilibrio cuando resbalas en la calle.
Vuelve a los caminos del espíritu tal como vuelves sobre tus pasos cada vez que equivocan la calle en la confusión de la ciudad.
Refresca el alma después de cada tumbo, tal como tomas un reconfortable baño después del duro trabajo que te cubrió el cuerpo de sudor.
Repite las acciones que en otro tiempo no correspondieron a las normas del bien, tal como rehaces el trabajo que no salió correctamente y como tú lo deseabas.
Recupera el tiempo perdido desde antaño, tal como apresuras el paso después de haberte demorado un rato en la tienda de la esquina.
Aléjate al instante de toda situación que pueda llevarte a la caída, tal como huyes horrorizado del borde del abismo.
Así, al contemplar los actos ordinarios de la vida, vamos comprendiendo nuestro modo de actuar en el mundo moral.
La vida es la misma en todos los campos, y el modo de actuar material es símbolo de lo que podemos y debemos hacer en lo moral, intelectual y espiritual.
C. Torres Pastorino
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